La única forma de cambiar el mundo es cambiar la historia
Los franceses haciendo cine de acción del típico americano. Pero son franceses, eso quiere decir que son los mejores, ellos y su ombligo al que se miran constantemente.
Primera y única película de un director desconocido que nos cuenta historias de los malos de siempre encarnados en el demonio talibán.
Gracias a los americanos y ahora también, como nos explican en esta película, gracias a los franceses el mundo occidental está a salvo. Si se les ocurre raptar como es el caso de esta historia a una ciudadana francesas no dudan ni un minuto en plantarse en Afganistan o cualquier país que huela a terrorismo musulmán.
El entorno de esta época recuerda los ataques piratas en el pacífico o el atlántico y la reacción inmediata que tuvieron los francos y sobre esa base, lanzan estas y otras películas de criminales de guerra, comandos especializados, periodistas aguerridos que quieren contar cosas, luchas cuerpo a cuerpo como si de un western se tratara con secuencias de duelos y bandidos entrando en los pueblos.
Y todo esto, para contar una larga y épica huida de territorio hostil cruzando nada más y nada menos que la cordillera del Himalaya. Por un momento me vi en ¡Viven!
10 días de huida donde van quedando cada vez menos del comando y la periodista que aguanta como la gran heroína.
Bien por ella interpretada por la guapísima alemana Diane Kruger, la maravillosa Helena de Troya y bien también por Djimon Hounsou aunque me gustó mucho más en Gladiator.
El detalle: La mejor escena cuando Maina, la confidente, se levanta el burka para mirar cara a cara a la muerte, sobrecogedora. ¿O no?
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