Cuatro escenas magistrales
y una lección de marketing
Ayer tocó ver
a Hopkins, perfecto y sin Oscar, maquillado como nunca hubiera
imaginado el mismísimo Hannibal Lecter.
Espectacular la escena
en la que él mismo, puñal en mano, indica al doble de Anthony Perkins
cómo debía dar las puñaladas.
Seguro, hubiera querido ser, en esos momentos, el verdadero Norman Bates. Claro que, yo también sólo por ver a Scarlett Johansson en la ducha y sin la cortina. |
Magistral también,
esperando la reacción del público en el estreno, con la música, que en un
principio se negó a poner y deambulando nervioso por los pasillos del cine. Viví
con él la ansiedad que despierta la espera de un veredicto final. Genial.
Tampoco tienen desperdicio
sus ataques de celos en el estudio hasta caer desmoronado como un
cachalote o limpiando la piscina. Preciosa y humana historia de amor con
crisis, recortes y beso final incluidos.
Incluye gratis lección de
marketing: “Cómo vender una película”
La escena final:
Hitchcock: Por desgracia
me encuentro, una vez más, desprovisto de toda inspiración.
Se escucha un graznido y
un cuervo se posa en su hombro.
El director, Sacha Gervas, cierra un
círculo perfecto y te deja con ganas de seguir viendo su siguiente película….
La de Hitchcock claro.
¿O No?
¿O No?
A mi también me gusto mucho. Helen Mirren está extraordinaria, aunque su papel sea más fácil, creo que su personaje es parecido a la imagen que tenemos de la actriz. Ahora que la transformación de Anthony Hopkins es brutal. Da tanto miedo como el Dr. Lecter y al mismo tiempo mucha ternura.
ResponderEliminarGracias Kikonis por participar en esta pequeña nube de cine, es un honor tenerte por aquí y espero que nos nutras con frecuencia de tus pensamientos, dimes y diretes...
ResponderEliminarAchuchones...